El equipo responsable internacional del Camino está compuesto desde 2018 por Kiko Argüello –que es el responsable del mismo– María Ascensión Romero, y por el presbítero P. Mario Pezzi. Desde los orígenes del Camino en 1964, y hasta 2016, lo formaban Kiko Argüello y Carmen Hernández, iniciadores del mismo, y el P. Mario Pezzi, pero después del fallecimiento de Carmen el 19 de julio de 2016, y según establecen los Estatutos del Camino, se incorporó al equipo María Ascensión Romero. El equipo responsable se ocupa de llevar adelante el Camino Neocatecumenal en todo el mundo, en colaboración con los equipos de itinerantes de cada nación. Entre sus responsabilidades, se encuentra las de guiar la realización del Camino Neocatecumenal y garantizar la autenticidad del mismo; ejercer las competencias que le son propias, indicadas en el Estatuto oficial; proceder a las consultas que se consideren oportunas; mantener regulares relaciones con los Obispos diocesanos; así como mantener regulares relaciones con el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida de la Santa Sede, entre otras.
Francisco José Gómez de Argüello Wirtz, nace en León el 9 de enero de 1939. Estudia Bellas Artes en la Academia de S. Fernando de Madrid y en 1959 recibe el Premio Nacional Extraordinario de Pintura. Después de una profunda crisis existencial, se produce en él una seria conversión que le lleva a dedicar su vida a Cristo Jesús y a la Iglesia. En 1960, junto con el escultor Coomontes y el vidrierista Muñoz de Pablos, funda el grupo de investigación y desarrollo de Arte Sacro “Gremio 62”. Realizan exposiciones en Madrid (Biblioteca Nacional), y representa a España, nombrado por el Ministerio de relaciones culturales, en la Exposición Universal de Arte Sacro en Royan (Francia) en 1960. En Holanda, expone algunas de sus obras (Galería “Nouvelles images”). Convencido de que Cristo está presente en el sufrimiento de los inocentes y últimos de la tierra, en 1964 se va a vivir entre los pobres, marchándose a una chabola en Palomeras Altas, en Madrid. Allí conoce a la otra iniciadora del Camino Neocatecumenal, Carmen Hernández. Impulsados por el ambiente de los pobres, encontraron una forma de predicación, una síntesis kerigmático-catequética, que dio lugar a la formación de una pequeña comunidad cristiana. Esta comunidad, en la que se hizo visible el amor de Cristo crucificado, se convirtió en una “semilla” que, gracias al entonces arzobispo de Madrid, Mons. Casimiro Morcillo, fue plantada en las parroquias de Madrid y más tarde de Roma y de otras naciones.